Andrei era un fabricante de juguetes que vivía en una lejana aldea rusa. Sus muñecas de madera eran preciosas. Cierto día una de ellas le habló:
"Tengo demasiada vida, demasiado amor y demasiada madera en mi interior. No puedo guardar todo esto para mí. Quiero tener una hija"
Esta muñeca era especial para Andrei, que le había puesto de nombre Matrioska, y sus argumentos fueron lo suficientemente contundentes como para convencerlo. Así nació Trioska, semejante a su madre pero con un pañuelo en la cabeza de diferente color.