Al niño protagonista de esta historia su madre que tita un piojo de la cabaeza pero cuando lo va a matar el niño grita y la detiene.
"¡Pobrecito!. Estaba agobiado, angustiado, apretujado entre dos púas, casi apalstado, temiéndose lo peor".
(...)
"Nunca me separaré de él. Lo educaré, le daré clases de arte dramático".