Un niño nos va contando sus lecciones de vida y lo hace jugando con los contrarios: aprender a madrugar y vaguear, a formar parte de un equipo y ser único, a ser prudente y ser valiente… Estos aprendizajes están siempre ligados a personas concretas a las que se dirige su agradecimiento.
"Con mi vecina Rosa aprendí a escuchar.
Con mi gato Malaquías descubrí el placer de no tener que hablar".