Juanito tiene cuatro años. Un día, a la hora del baño, mientras su papá le frotaba las orejas, las rodillas, los codos y los pies, él se frotaba con jabón para apurar más, y de repente... se le hundió el dedo... ¡se había metido el dedo en el ombligo!
De esta manera nuestro protagonista descubrió que tenía un agujero en la barriga, el hallazgo le causó tanta intriga que siempre estaba preguntando: Pero, ¿por qué tengo ombligo?. Juanito pregunta a cada uno de los miembros de su familia, que le van dando unas respuestas fantasiosas, a las que Juanito no da crédito ninguno, hasta que finalmente, su madre le desvela la verdadera razón de la existencia de su ombligo. Juanito descubre que por allí pasaba el aire y el alimento que lo nutrían mientras se encontraba en la barriga de su mamá.